Algo de mi obra:

" Le dije todo lo que había investigado, incluso que contaba con la invitación del dueño del rancho para recibirlo como se merece. Y si quería apostar (el viejo suele visitar un casino de la ciudad, aunque Silvano me asegura que no es un gran apostador), hay gente dispuesta a ponerle emoción a cada carrera. Me pidió más detalles de las personas que suelen ir, aunque para el caso no era una cuestión que le preocupara. El viejo conoce a medio mundo, y al resto lo ubica sin necesidad de haberlo tratado. Muchos de sus amigos ganaderos tienen ranchos con caballos pura sangre y también gustan de las carreras. Incluso él suele asistir a las charreadas en la ciudad, porque los dueños del lienzo y sus instalaciones son sus compadres. Entonces, que yo le saliera con la jalada de invitarlo a unas carreras parejeras le pareció lo más extraño, pues jamás imaginó que un intelectual como yo se interesara en ese tipo de espectáculos. Mientras le explicaba algunos detalles del evento, me observaba y se daba cuenta del esfuerzo que hacía para encajar en ese ambiente campirano, porque ni el acento ni el vocabulario se pueden fingir. Finalmente, tal vez porque le simpaticé un poco, aceptó ir y quedamos en que yo llegaría a su casa para irme en su camioneta y poder platicar por el camino. De inmediato se dio cuenta de cuál era mi propósito, y ya no le buscó más pies al gato.

«Chingada madre, el ridículo que debes hacer para ganarte el pan, Alex», me decía burlonamente el coyote zalamero que en ese momento estaba carcajeándose de mí. "

Conjura Vs México, Margarito Palacios Maldonado